miércoles, 7 de febrero de 2018

EMOCIÓNATE: día 13...Un mar de dudas

Si busco una balanza, no sé qué sesión fue más rara, la anterior o la de esta tarde. Difícil elección.

A veces lo tengo muy claro, hay que parar. Con parar me refiero a sacar lo que hay en los cajones, vaciarlos por completo, limpiarlos, y volver a meter cada cosa, ordenándola con mimo.

Con ese propósito afrontaba está decimotercera sesión, no soy supersticiosa, pero he de confesaros que tampoco es que me enamore el número 13.

La primera alegría fue la puntualidad, o más que eso, a las cuatro menos cuarto (el taller comienza a las cuatro) ya había un niño en la puerta. Por supuesto que con el tiempo gélido de estos días le he abierto la puerta para que entrara, o en lugar de niño a las cuatro en punto me habría encontrado una figura de hielo. Fueron siete. Los impares para estas cosas son mal o buen número, depende de la dinámica. Como hoy mi idea era algo personal para luego compartirlo de forma colectiva, el número era secundario.

Antes de "empezar," me encuentro ante la complicada tarea de ver cómo se sientan los alumnos. Hay días que lo dejo en sus manos, pero está demostrado que se sientan los más afines unos junto a otros y así se relacionan menos con los demás, que son precisamente a los que menos conocen. Y como creo en la democracia, después de sortear con números el sitio de cada uno para esta tarde, votaron uno a uno qué sistema preferían usar ellos para sentarse cada tarde de taller. Y, asumo los resultados, al final salió que se sienten como quieran, pero que sea en un lugar distinto cada sesión. Y así será, cruzo los dedos para que funcione. Qué complicado es intentar que se sienten (ya no digo hablen) entre ellos sin que haya miraditas de desagrado, resoplidos o murmullos...Sí, sabía que esto no iba a ser nada sencillo, este taller es un gustazo, pero a la vez un reto tremendo. Reto por el contenido del taller y por los destinatarios, ese grupo concreto de alumnos de 5º de Primaria, a los que decidí dirigirlo. Aunque tengo que reconocer que hay algunos alumnos que no ponen pegas a nada de lo que les planteo y saben adaptarse y no protestan continuamente.

Recurrí a un escudo personal que hice el año pasado en un curso del CFIE de Salamanca sobre educación emocional. Ayer martes, en un curso también sobre educación emocional con la misma ponente del primero, salió el escudo de nuevo. Me pareció que podía funcionar y ayudar a conocerse un poquito mejor los unos a los otros sin necesidad de hacer preguntas directas o que alguien se sintiera incómodo. Pues...me equivoqué de lleno.

Os dejo el enlace a un ejemplo de escudo que colgué entonces, allá por abril de 2017. Básicamente el escudo es individual, cada uno lo divide en cuatro partes. En la parte superior izquierda escribe tres cosas positivas de sí mismo (se supone que de cómo es en cuanto a carácter, no de físico). En la superior derecha tres aspectos que debería mejorar de él/ella mismo/a. Después, en la casilla inferior izquierda, tres actividades que le guste hacer. Es decir, tres hobbies o cosas con las que disfrute mucho. Y para terminar, en la parte inferior derecha, un dibujo que refleje cómo es esa persona (el dueño del escudo). Que conste que no introduje el escudo directamente, de sopetón, que hablamos antes de qué es un escudo, y para que sirve. Extrañamente, se lanzaron a la acepción de algo que sirve para protegerse, para luchar. Y sí, eso es un escudo, pero les recordé los escudos de los equipos de fútbol, que solo con esa imagen representan un equipo. Y que su escudo tenía que tener ese "algo" que los representara a ellos, tal cual son.

Puse música de fondo mientras hacían el escudo y les fui guiando un poco porque me daba en la nariz que no estaba yendo bien la actividad. Y efectivamente, nos escuchamos unos a otros. Ahora ya en frío, puede ser que el ejercicio sea mucho más difícil de lo que yo creía, y que no se la haya pedido en su mejor momento. La cuestión es que nunca va ser el momento idóneo para todos.

Sinceramente, esta noche voy a consultarlo con la almohada. Tengo ya una idea de qué podemos hacer el próximo miércoles, pero necesito madurarla y darle forma. Quiero que sea una sesión especial, que se sientan cómodos, valorados, queridos, escuchados...¿Pido mucho? Espero que no.

Las cosas no tienen por qué salir como nos las imaginamos, pero eso no quiere decir que salgan mal. Simplemente, hay que hacer algunos reajustes y ojalá siga contando con los mismos niños y niñas (más una ausente) la semana que viene y todas las demás hasta que acabemos el taller, a finales de mayo.




En resumen, la sesión de hoy ya pasó, las que están por venir espero que, poniendo todos un poquito más de nuestra parte, podamos vivirlas de una manera diferente. Y aviso a navegantes, lo que parece imposible también hay que intentar hacerlo. Por eso no he puesto ninguna canción para desanimar, y he optado por "Qué bonito."

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