viernes, 10 de noviembre de 2017

EMOCIÓNATE: día 4

Como dijo Charles Darwin, "las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino las que se adaptan mejor al cambio."

¿Por qué digo esto? Por muchos motivos, varios de ellos puedo comentarlos aquí. Y es que siempre hay que tener un plan B.

Lo primero, mi intención era alternar sentimientos/emociones más "positivos" con "negativos," entrecomillo ambos porque para algunas personas es positiva una emoción que para otros es todo lo contrario. Dadas las circunstancias, y basándome en lo que necesitan (necesitamos) cada momento, el miércoles era la tarde idónea para la "botella de la calma." Lo que implicaba que precisamente de eso hablamos, de la calma.

Y,  el segundo, también relacionado con las sabias palabras de Darwin, adaptándome a los cambios, o imprevistos más bien, solamente fueron cuatro alumnos de los siete apuntados al taller EMOCIÓNATE. Dos de ellos me dijeron el jueves por la mañana que no se habían acordado, en su defensa diré que me lo creo, porque en general son algo despistadillos. A ver si el miércoles consigo que vayan los siete...

Hablamos de la calma, de la necesidad de relajarse cuando no sentimos nerviosos, alterados, enojados...Y de qué cosas ayudaban a cada uno de nosotros a calmarnos. Fue llamativo comprobar que dos de ellos no dieron con nada que les calmara...Y eso me preocupa un poco, o un mucho, según el grado de nerviosismo, enfado, alteración...Les hice ver que tenían que encontrar "algo," no para ese momento del taller, sino para su vida cotidiana, hay que buscar recursos, y esforzarse por encontrarlos. Hablamos incluso de gritar, que después de insistir un poco, una de ellas dijo que eso sí le calma.

Escuchar música, el sonido del mar, escuchar cómo cae el agua en una tormenta, mirar la madera arder...

Y puse un par de vídeos. De cada uno solo unos veinte segundos, suficiente para ilustrar lo que habíamos estado hablando previamente.





También les hablé de las pelotas anti estrés, que para algunos funcionarán y para otros no, les llevé tres ejemplos. La mejor es la que tiene aspecto de monstruo, aunque al tacto de un poco de repelús, está lleva de líquido y bolitas pequeñas de poliespán y ciertamente relaja. Las tres son de bazares asiáticos (las tiendas de "chinos" de toda la vida, para entendernos). Os dejo una imagen:

Imagen propiedad de Raquel Plaza Juan

A continuación vimos el vídeo de Just Breathe. que en otra ocasión compartí ya en este blog. 


Y con el vídeo anterior visualizado, que nos vino de perlas para introducir el "bote (o botella) de la calma," lo comentamos y pasamos a  analizar el siguiente material, con el que hicimos nuestras botellas de la calma:

Imagen propiedad de Raquel Plaza Juan

Si alguno se anima a fabricar su botella de la calma, necesita:
  • Gomina.
  • Agua (mejor templada que fría).
  • Purpurina (si es posible, de varios tamaños y tipos, las de los botes más pequeños tienen forma de tira).
  • Lentejuelas, pompones pequeños, estrellitas o similares (eso va en gustos).
  • Botellas de plástico, lo más lisas posible, las mías son de gaseosa "La Casera," pero las de zumo de naranja (recién exprimido) del Mercadona pueden resultar ideales.
Y un vídeo explicativo:


 Ojo, hay muchas variantes, he visto también la misma idea con gel de baño, con cola líquida transparente...Pero, probé en mi casa con la gomina  y me gustó el resultado. Me pareció muy sencillo y el resultado es bueno. No obstante, intentaré hacerla también con cola transparente, para comparar y ver con cual queda mejor.

Dos sugerencias y que cada uno haga lo que quiera:

-Cuando hayan acabado su botella de la calma, que limpien la boca de la botella, quitando los restos de gomina y purpurina que hayan podido quedar con una servilleta de papel o un pañuelo, y que la sequen bien. Y los adultos, echadle un poquito de "loctite" alrededor de la boca de la botella y cerrad bien la misma con el tapón...

-Y la segunda, no os recomiendo mezclar muchos colores, porque queda una "maraña" de cuidado y no se aprecian bien los colores, más que calma a mí me crea desasosiego, pero...Probad y me decís.

La verdad es que no me hizo falta poner música de fondo, fue un trabajo en equipo en el que unos ayudaban a otros sin pedírselo yo, y me parece que disfrutaron mucho del proceso, algo que no me esperaba. Pensaba que iban a estar ansiosos por ver el resultado y que quizás podían liar alguna, y nada más lejos de la realidad.

Y ya como guinda del pastel, llevaron sus botellas de la calma a clase al día siguiente, y a mí se me dibujó una sonrisa en la cara al verlas.

Queda pendiente hacer botellas de la calma con los ausentes (pero durante un recreo) y con algún niño que, insistentemente me ha pedido que por favor quiere hacer una.

Un par de fotos de mis cuatro mosqueteros del miércoles acompañados por las botellas:


Imágenes propiedad de La emoción de aprender

Con la mano en el corazón os digo que no sé yo hasta qué punto la botella calmará o no, pero ha valido la pena.

Y el miércoles, como la calma da mucho de sí y  absolutamente a todas las personas les viene bien, seguiremos con ella. Tengo ya pensadas varias técnicas que probaremos.

¡Ah! Gracias una ves más, en esta ocasión, a todos los lectores que habéis conseguido que la entrada anterior, celebrando el primer año de este blog, sea la más leída de todas (y con diferencia). Y es que hay cosas que sin un feed-back no tendrían sentido alguno.

1 comentario:

  1. Qué chulada, y que bien que los chicos disfrutaron haciéndola. Estoy pensando en hacer una...pero para mí

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