miércoles, 14 de junio de 2017

No somos de piedra

El pasado 8 de junio, Luis Aretio, psicólogo infantil en Sevilla, publicaba en su web un artículo llamado "Los docentes también lloran." No sé si el momento de su publicación habrá influido, es posible. El caso es que leer un artículo así me ha tocado las fibras, como hacía tiempo que no me pasaba, al menos refiriéndose a cierta parte de la profesión docente.

Y sí, lo reconozco, soy de carne y hueso. Recuerdo con cariño a algunos de mis maestros y profesores. Y no necesariamente a los más cariñosos ni amables, pero sí a los que, de una manera u otra, me marcaron, porque supieron sacar lo mejor de mí.

Reconozco que a veces no duermo porque hay cosas del trabajo que me quitan el sueño, y aunque siempre intente desconectar, hay ocasiones en las que es inevitable. 

Soy de las que lloran al pensar en fin de curso, principalmente cuando me toca despedirme de los alumnos, cuanto más me hayan aportado ellos, peor lo paso. Sí, no soy de piedra. Cuando te vuelcas en alguien, y con la barbaridad de tiempo que invierto en conocer lo mejor que pueda a mis alumnos, la despedida duele. 

El año pasado no fue una excepción. En el caso del alumnado de 1º de la ESO pude hacer de tripas corazón (todavía me pregunto cómo lo conseguí) y me parece que pude controlarme y no llorar delante de ellos. Claro que para eso tuve que guardar sin haber leído más que dos líneas, una carta que dos alumnas me habían entregado, dándome las gracias y diciéndome tantas cosas bonitas que me da apuro mencionarlas (leí la carta en casa, ya sin ellas delante). Y otros regalos, algunos individuales y otros en grupo. Ah, y un pequeño detalle, ya venía llorada de casa, para evitar montar un numerito.

Con 2º de la ESO me resultó imposible. Empecé el curso con tres alumnos, luego pasaron a ser dos, y mucho más tarde se matriculó un alumno nuevo que casi no hablaba español. El alumno nuevo se fue antes de tiempo con un familiar a pasar el verano, pero con los otros dos, madre mía, qué difícil era despedirse. Y eso que por entonces era una despedida a medias, desconocía a esas alturas que el destino, caprichoso que es, me iba a apartar de Guijuelo el curso en el que nos encontramos. Pero volcarte tanto pasa factura, porque creas un lazo que no quieres deshacer. Quiero pensar que es como la leyenda del hilo rojo, que en realidad ese hilo que nos une a las personas que el destino puso para que se cruzasen en nuestro destino se refuerce, se estira, pero nunca se rompe. 

Un año después sigo sabiendo qué tal están mis dos alumnos de 2º y unos cuantos de los de 1º. En el caso de los de 2º de la ESO fue especialmente complicado, porque sabía que, aunque hubiera seguido en el IES "Vía de la Plata," perdía a ambos como alumnos. Uno porque pasaba a 3º y ya no podía ser alumno mío de Compensatoria. El otro, porque por el motivo que fuera, me puso en bandeja una de las mayores alegrías de mi vida en 9 años de docencia, que no era otra que seguir estudiando, una FP básica, en Salamanca, me da exactamente igual a santo de qué tomó esa decisión. Y ahí están, con dos rumbos muy diferentes. No acierto a explicar muy bien por qué fueron tan especiales los dos...O sí, me hicieron, en momentos claves, uno de los mayores regalos que puede hacerte un alumno: su confianza. Aprendí a entender si tenían un mal o buen día por pequeños detalles, sin que hiciera falta que me dijeran nada. Aprendí a no juzgar, a meterme en la piel de un adolescente y en lo que puede estar pasando en cada momento. Y eso es lo más bonito de estar trabajando como maestra de Compensatoria, que trabajas con grupos muy pequeños y en cierta medida, te conviertes en su tutora (sin serlo). Nada tiene que ver con ser una maestra o profesora que les da alguna asignatura, el trato es totalmente distinto, y me encanta. 

Adoro luchar por los olvidados para muchos, por aquellos que ya están asqueados del sistema educativo, por los que tienen un contexto familiar y/o económico complicado, por los que no tienen ganas de abrir un libro, por los que no se han parado a pensar en el futuro... Es verdad que si hago balance, estos cuatro maravillosos años me han costado muchas lágrimas, pero probablemente son los que más me han marcado y más he disfrutado, tanto por alumnos como por algunos compañeros absolutamente geniales que han aparecido en alguna parte de este camino. Así que si esto fuera una balanza, los buenos momentos, algunos excelentes, pesan mucho más. Qué bonito es conectar, qué bonito es coincidir, qué bonito es compartir.

A mis alumnos siempre les digo que una vez que yo deje de ser su maestra, el que quiera, seguirá sabiendo de mí. Porque soy de los bichos raros a los que les apetece saber cómo les va a los que en su día fueron "sus (MIS) niños." Y hasta el momento, sigo sabiendo de los que tengo que saber. Lo digo así de claro porque no obligo a nadie. Sé que es arriesgado y poca gente lo hace. A mí me ha ido bien, teniendo en cuenta que los que en un momento dado fueron "mis niños" tienen ahora al menos 15 años.


Imagen extraída de  http://www.abc.es/familia/educacion/abci-educacion-emocional-favor-y-contra-201603111029_noticia.html

Espero poder seguir luchando en Compensatoria. El que diga que es algo fácil no tiene ni la más remota idea de lo que habla. Lo invito a mirar desde dentro cómo es el día a día en un aula de Compensatoria. Aunque a veces tenga ganas de tirar la toalla o me sienta completamente rendida. Sé que no puedo hacerlo, hay que perseverar. Qué difícil es, a principio de curso, conectar con estos chicos. Pero me encantan los retos, al menos los educativos.

Y este paréntesis, nada breve, hoy, por lo que sea, me hacía falta. Necesitaba recordar. El artículo que os comentaba al principio ha hecho que afloraran muchos sentimientos.  Hoy, los alumnos de 6º también me han hecho replantearme ciertas cosas. Y por segunda vez, tras muchas sesiones hablando del mismo tema, educación emocional, durante un recreo a la semana, he visto emociones a flor de piel en varios e ellos, y me ha encantado.

Y sí, soy de las docentes que llora, de alegría infinita, de pena, de frustración, de impotencia, de rabia, de la risa. No me considero una heroína, simplemente me encanta a lo que me dedico. Qué suerte tengo.

Para terminar, una canción dedicada a todos esos (ex)alumnos que hacen que adore mi trabajo, a los compañeros que son mucho más que eso y a las madres de 
unos poquitos alumnos, con las que sigo manteniendo el trato. Para todos vosotros, "Me gusta cómo eres," de Jarabe de Palo.



4 comentarios:

  1. Cada uno educa como es. Tú eres afectividad, esfuerzo y saber hacer y se lo das a manos llenas.
    Cómo no van a quererte.
    Suerte.
    Javier

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. AY Javier, qué suerte inmensa tendrán en tu nuevo destino y vaya huella IMBORRABLE dejas en Guijuelo. Gracias por tus palabras. Sabes que muchas veces aunque hagamos todo lo mejor que sabemos no nos responden bien. Tengo la suerte de haber recibido de unos y de otros (alumnos, compañeros y madres) mucho más de lo que he dado. Te lo he dicho más veces, pero creo que nunca me cansaré de repetírtelo, GRACIAS, GRACIAS y GRACIAS. Qué bueno es el destino.
      Y de lo mío del próximo curso, mi deseo es tener continuidad, pero no depende de mí. Raquel Plaza

      Eliminar
  2. Gracias Raquel, por cada emoción, por cada lágrima, por cada esfuerzo y por cada superación. Esta maravillosa profesión permite experiencias exclusivas que nos hacen sentir todo lo bueno del contacto humano, y todo lo complejo de cada relación. Nada es fácil ni difícil, todo depende, y mucho, de la pasión con la que nos entregamos a cada jornada. Gracias por interpretar desde el corazón cada palabra, cada frase y cada renglón de este texto;gracias por prestarme tus alas para que vuele por este firmamento 3.0. Gracias por ese título 'Menos mal que no somos de piedra".
    Luis Aretio

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me dejas de piedra. Qué pequeño es este mundo que en un tris has visto y leído lo que publiqué anoche. De nada, gracias a ti por remover momentos que necesitaba recordar. Totalmente de acuerdo contigo, suscribo todas y cada una de tus palabras. ¡GRACIAS! Raquel Plaza

      Eliminar